jueves, 19 de febrero de 2015

AGENTES RESPONSABLES DEL PROCESO CATEQUÉTICO



En el ejercicio de la catequesis intervienen diversos agentes o personas que desempeñan funciones propias. La catequesis se desarrolla en la pastoral ordinaria de las comunidades y supone una acción común pero diferenciada por parte de los miembros de la comunidad.
Los principales responsables de la catequesis son: el obispo, los sacerdotes, la comunidad, los padres de familia, los religiosos y religiosas, los catequistas.

1.      La Iglesia particular y la catequesis
El anuncio, la transmisión y la vivencia del Evangelio normalmente se dan en el seno de una Iglesia particular, es decir, de una diócesis. De modo que el ejercicio de la catequesis es responsabilidad de toda la comunidad diocesana y parroquial, no solamente de algunos catequistas.
Ahora bien, los pilares sobre los que se sostiene la vida diocesana son dos: El anuncio del Evangelio y la Eucaristía. La iglesia particular, así como la Iglesia en su conjunto, existe para evangelizar.
Por consiguiente, la catequesis es una acción evangelizadora básica de todas las iglesias particulares. Su objetivo es ofrecer un proceso formativo a los miembros de la comunidad, en vistas a conocer, celebrar, vivir y anunciar el Evangelio dentro de su contexto socio-cultural. Se trata, en definitiva, de mantener o promover la fe en las comunidades.
Al interno de la comunidad la catequesis es un ministerio que ocupa un lugar destacado, cuyos rasgos principales son los siguientes:
a)      La catequesis es un servicio único realizado por varios agentes en modo diferenciado. En ella participan sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos en comunión con el obispo. Todas las funciones que realizan los diversos agentes son importantes, en esa pluralidad de funciones radica la riqueza de la catequesis.
b)      La catequesis es indispensable para el crecimiento de la Iglesia. No es un acto que se realiza a título personal por un individuo. Siempre se actúa en nombre de la Iglesia, que es la dispensadora de tal ministerio.
c)      La catequesis tiene carácter propio. No debe confundirse con otros ministerios o áreas de trabajo de la comunidad: liturgia, acción social, etc., aunque actúe en modo coordinado con ellos.
d)     La catequesis es apoyada por personas que colaboran con ella aunque no sean catequistas. Ellos ayudan en diversas tareas: elaboración de materiales, en la formación, en la planificación.


2.      La comunidad y el ejercicio de la catequesis
Si como hemos dicho, la catequesis no es una iniciativa personal, esto significa que ese ministerio es responsabilidad de toda la comunidad. Esto es así porque el objetivo es lograr la incorporación de los catequizandos en la vida de la misma comunidad.
Debe quedar claro entonces que los niños, jóvenes y adultos que participan del proceso catequético, al finalizar cada etapa de la formación, son acogidos en la comunidad en un ambiente fraterno, donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han aprendido.
De modo que el beneficio es mutuo. La comunidad no sólo debe dar mucho a los catequizandos, sino que recibe mucho de ellos. Es fácil comprender que la madurez e integración del grupo de datequizados tendrá un influjo directo en la madurez e integración de la comunidad. Una catequesis bien organizada y estructurada asegura una comunidad mucho más desarrollada.

3. El obispo
El obispo es el primer responsable de la catequesis en la Iglesia particular. Así lo dice la Catechesi Trandedae, n. 63b: «el campo de la catequesis tenéis vosotros, queridísimos hermanos, una misión particular en vuestras Iglesias: en ellas sois los primeros responsables de la catequesis, los catequistas por excelencia. Lleváis también con el Papa en el espíritu de la colegialidad episcopal, el peso de la catequesis en la Iglesia entera».
En su ministerio profético de los obispos encuentran una importante relación el anuncio misionero del Evangelio y la catequesis. A ellos se les pide que dirijan el trabajo catequético. Para lograrlo se les pide concretamente lo siguiente:
·         Asegurar en su iglesia particular que la catequesis sea un trabajo activo y eficaz. Esto supone facilitar los medios, buscar el recurso humano calificado y conseguir los fondos económicos que se necesitan.
·         Ejerce una acción directa en cuestiones como la calidad de los materiales (textos) que se usan; asegurar la autenticidad de la confesión de fe y la pertinencia de los instrumentos que deban utilizarse.
·         Esforzarse por mantener una auténtica mística de la catequesis, que toma cuerpo en una organización sistemática y orgánica.
·         Buscar los medios para que los catequistas tengan la formación adecuada a la hora de realizar su misión. Ello implica conocimientos doctrinales, pedagógicos, didácticos y psicológicos.
·         Elaborar y aplicar en la diócesis un proyecto global de catequesis, articulado y coherente, que responda verdaderamente a las necesidades de los fieles y que esté convenientemente armonizado con los planes pastorales vigentes. Ese proyecto de catequesis debe estar también en armonía con los planes de catequesis de la Conferencia Episcopal.

4. Los presbíteros
Si bien la función de los presbíteros es vista como colaboración al obispo, sin embargo hay que decir que los que tienen un contacto diario y directo con los catequizandos son los ellos. Es de su competencia organizar la comunidad, en todos sus ministerios y servicios, incluyendo en de la catequesis. Por tal motivo, el aporte que ellos den en ese campo es muy importante.
También ellos, como el obispo, son vistos como educadores en la fe. En esa línea deben procurar la madurez formativa de sus fieles. Han de fomentar, entonces, a personas que estén dispuestas a responder al llamado de ser catequistas.
Las tareas específicas de los presbíteros, en especial de los párrocos, en esta importante tarea son las siguientes:
·         Promover y sostener en todas las formas la común responsabilidad por la catequesis, destacando el aporte que los catequistas dan a la pastoral parroquial, manifestándoles su aprecio y apoyo.
·         Debe asegurar que la catequesis sea un trabajo programado y bien estructurado, poniendo en práctica las indicaciones diocesanas.
·         Pondrá diligencia en buscar y formar a los mejores catequistas para que atiendan los distintos sectores y comunidades que integran la jurisdicción parroquial, para que a nadie le falte la debida formación en la fe.
·         Integrar en modo pertinente la catequesis en el plan parroquial de evangelización, poniendo especial atención a la relación que se da entre catequesis, sacramentos y liturgia en general.
·         Buscar en todo momento integrar el trabajo de los catequistas de su parroquia con el trabajo diocesano de la catequesis.
No se olvide que la calidad y efectividad de la catequesis de una comunidad depende, en grandísima parte, de la presencia y acción del sacerdote.

5. Los padres de familia
Los primeros responsables de la educación en la fe de los hijos son sus padres. El modo como los padres de familia vivan su fe tendrá un impacto directo en los hijos que dura toda la vida. El ejemplo de los padres, entonces, en la vivencia de la fe es insustituible. Sobre todo en los primeros años de la vida, la educación que se reciba en familia, adquiere el carácter de iniciación en la fe. Esto va vinculado a los mejores momentos que el desarrollo normal de una familia se viven desde una perspectiva cristiana. Por tanto la catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis.
Los padres de familia, en modo particular los que están casados, prometieron educar a sus hijos en la fe de la Iglesia. Esta tarea no ha de verse como algo sin importancia, sino como un verdadero ministerio. La vida familiar es la mejor escuela de fe que existe.
De lo anterior se desprende que la comunidad parroquial se interese también no sólo por la educación de los hijos, sino también por la de los padres de familia. Se debe, entonces, buscar contactos personales con los padres de familia, organizar encuentros, cursos, retiros e incluso una adecuada catequesis de adultos para ellos. Todo ello para ayudarles a realizar la tarea de ser también ellos catequistas de sus hijos. Es lamentable que en muchas parroquias los padres de familia se encuentren solamente al inicio o al final del año catequético, cuando en realidad se deberían programar más encuentros para apoyar su tarea de ser formadores de sus hijos en casa. Es urgente tomarse en serio la afirmación de que la familia es una iglesia doméstica.
También de los padres de familia se esperan acciones específicas en función de la consecución de los objetivos de la formación en la fe, al respecto podemos mencionar las siguientes:
·         Ayudar a sus hijos a realizar las tareas que se les asignan durante la lección de catecismo.
·         Acudir diligentemente cuando los catequistas convocan a reuniones, encuentros, retiros y a toda actividad vinculada a la catequesis de sus hijos.
·         Colaborar incluso económicamente para que sus hijos tengan las mejores condiciones para recibir la catequesis.
·         Definir con sus hijos momentos determinados de oración familiar y establecer reglas de comportamiento para vivir mejor la fe cristiana en familia.
·         Educar con el ejemplo a sus hijos, participando los sacramentos y de la vida litúrgica de la comunidad y sobre todo llevando una vida decorosa e inspirada en los valores cristianos.
 
6. Los religiosos y religiosas en la catequesis
Las personas consagradas de diversas congregaciones religiosas han jugado un papel muy importante en la historia de la evangelización, en modo particular en la organización y realización de la catequesis. A ellos les pide la Iglesia que dediquen el máximo esfuerzo y todos sus recursos a la obra específica de la catequesis.
En muchas diócesis los religiosos y religiosas realizan en este campo un aporte indispensable. Piénsese por ejemplo en la cantidad de escuelas en las que se imparte catequesis a los estudiantes. En como también dichas congregaciones prestan sus instalaciones y recurso humano para la efectiva realización de la formación en la fe. Este modo de proceder debe estar inspirado en los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia; estar inspirados en las bienaventuranzas y orientarse a la realización del Reino de Dios en la historia.
Muchas congregaciones han surgido, por deseo de sus fundadores, con el objetivo de atender a personas que necesitan de una formación cristiana, de modo que hay que respetar ese deseo originario y poner todos los esfuerzos en mantener la mística del fundador, adecuándola a las condiciones del tiempo presente.
Su colaboración con la catequesis pueden hacerla en los siguientes aspectos:
·         Especializar miembros de su comunidad en estudios relativos a la catequesis, para que después puedan animar y fortalecer el trabajo de las comunidades en los diversos aspectos: organizativos y formativos.
·         Poner a disposición del trabajo diocesano las instalaciones de los diversos edificios que están bajo su administración: escuelas y casas de formación.
·         Colaborar en las comisiones diocesanas que coordinan el trabajo con la catequesis, destinando sus mejores elementos para que apoyen el proyecto diocesano de catequesis.
·         Destinar a algunos de sus miembros para que realicen catequesis a distinto nivel: niños, jóvenes y adultos.
·         Apoyar las diversas actividades orientadas a sostener económicamente el trabajo catequético.


7. Los catequistas laicos
Una palabra especial merecen los laicos que dedican parte de su tiempo y de su vida al ejercicio de la catequesis. Los catequistas laicos son los que en muchas regiones han mantenido la fe de las personas. Lugares no hay una escasez muy alta de sacerdotes los catequistas laicos se tornan indispensables.
Ellos, con respecto a los otros agentes mencionados, tienen la ventaja de estar constantemente insertos en el mundo, ello les procura un contacto directo con las situaciones que aquejan a las personas en su quehacer diario. Al vivir la misma forma de vida que aquellos a quienes catequizan, los catequistas laicos tienen una especial sensibilidad para encarnar el Evangelio en la vida concreta de los seres humanos.
Ser catequista es una vocación que tiene sus raíces en una vivencia generosa de los sacramentos del  bautismo y de la confirmación. Su causa principal está en que el Señor Jesús invita de una manera especial a hombres y mujeres a seguirlo imitando su condición de maestro y formador de discípulos.
La experiencia nos dice que hay formas diversas de ejercer la vocación de catequista. Algunos dedican varios años de su vida a ese ministerio, otros dedican toda su vida. Otros, lo hacen de una manera ocasional. Pero en todas estas modalidades la entrega generosa es un gran aporte para la comunidad cristiana. No está demás, en todo caso, darle la mayor estabilidad posible a la catequesis.
No existe una sola manera de ejercer la catequesis. Cada contexto social y cultural suponen modos distintos de ejercer la catequesis.  Veamos algunas modalidades.
·         Los catequistas de tierras de misión. Es el catequista en sentido estricto, es decir, el que participa de una experiencia en contextos en los que se está predicando por primera vez el Evangelio. Normalmente en estos contextos las lecciones de catecismo se imparten a personas adultas, aunque no se excluye la catequesis para niños. La catequesis para adultos, en estos lugares, se llama catecumenado.
·         Tenemos también catequistas que trabajan en zonas de antigua tradición cristiana, pero en las que se ha debilitado tanto la fe que escasean sacerdotes. Se trata de las grandes ciudades y barrios populares donde viven millones de personas en la actualidad.
·         Catequistas para zonas en situación de nueva evangelización. Se trata de zonas donde abundan las personas que una vez se bautizaron pero no están frecuentando sus parroquias y comunidades cristianas. En estos lugares la catequesis se orienta a jóvenes y adultos, debe ser sistemática y permanente. No cabe duda que en estos lugares se debe ser muy creativos puesto que se trata no solamente de una proposición del Evangelio, sino de una re-proposición, es decir, se insiste en que las personas vuelvan al seno de la comunidad.
·         La forma normal de la catequesis en las parroquias, orientada a niños y adolescentes sigue siendo fundamental. En ella se trata de iniciar a los catequizandos en los misterios de la fe. La tarea cada vez se hace más difícil, dada la desintegración familiar provocada por la migración o por las nuevas concepciones de uniones entre personas del mismo sexo que cuestionan la forma tradicional de la familia. A ello agréguese al amplio acceso a las redes sociales, que complejiza el ejercicio de la catequesis.
·         Catequistas para preparar a los sacramentos. En modo particular se piensa en el matrimonio y también se orienta a aquellos que tienen ser padrinos en el bautismo y la confirmación.
·         Catequistas para sectores especiales. Estamos pensando en sectores como los ancianos, las personas desadaptadas y discapacitadas, los emigrantes y personas marginadas.

Estas son los principales agentes del ministerio catequético. En la medida que todos colaboramos, los frutos serán mayores y mejores. Todos los agentes mencionados necesitan formación, apoyo en recursos materiales y didácticos, animación pastoral y el debido reconocimiento en el conjunto de la pastoral diocesana.

lunes, 2 de febrero de 2015

II CONGRESO DIOCESANO DE CATEQUESIS (PROGRAMA OFICIAL)

PRIMER DÍA: Viernes, 6 de febrero de 2015

2:00 pm.        Inscripción y confesiones.
4:00 pm.        Refrigerio.
4:45 pm.        Oración inicial.
5:00 pm.        Eucaristía de inauguración (Mons. Elías Rauda).
6:30 pm.        Receso.
7:00 pm.        Cena.
7:50 pm.        Receso.
8:15 pm.        Acto de inauguración.
10:00 pm.      Indicaciones de logística.
10:10 pm.      Oración.

SEGUNDO DÍA: Sábado, 7 de febrero de 2015

5:45 am.        Ambientación.
6:00 am.        Oración inicial.
6:30 am.        Eucaristía del día: (Pbro. Ángel Flores).
7:30 am.        Desayuno.
8:00 am.        Ambientación.
8:15 am.        Primera Conferencia: Etapas básicas del proceso evangelizador en el marco de la pastoral profética (Pbro. René Maldonado).
9:00 am.        Taller n. 1: Catequesis, Medios de Comunicación Social y redes sociales.
9:45 am.        Ambientación.
10:00 am.      Segunda Conferencia: Características  de una catequesis evangelizadora (Pbro. Salvador Cafarelli).
10: 45 am.     Taller n. 2: Catequesis y deformaciones en la práctica sacramental actual.
11: 15 am.     Tercera Conferencia: Catequesis y discipulado en una perspectiva sistemática, orgánica y permanente. (Mons. Elías Rauda).
12:00 m.        Taller n. 3: Didáctica de la fe.
12:30 pm.      Almuerzo.
1: 10 pm.       Receso.
2: 00 pm.       Ambientación.
2:15 pm.        Panel-foro sobre la catequesis y evangelización.
3:00 pm.        Espacio para preguntas.
3:30 pm.        Ambientación.
3:45 pm.        Cuarta Conferencia: Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) (Pbro. Edgardo Rodríguez).
4:30 pm.        Taller n. 4: Manualidades al servicio de la catequesis.
5:00 pm.        Quinta Conferencia: Agentes responsables del proceso catequético (Pbro. Juan Vicente Chopin).  
5:45 pm.        Taller 5: Catequesis participativa.  
6:15 pm.        Receso.
6:30 pm.        Adoración al santísimo.
7:00 pm.        Cena.
7:30 pm.        Receso.
8:00 pm.        Acto cultural.
9:30 pm.        Oración de la noche.
9:45 pm.        Descanso.

TERCER DÍA: Domingo, 8 de febrero de 2015

6:00 am.        Ambientación.
6:15 am.        Oración inicial.
7:00 am.        Desayuno.
7:30 am.        Receso.
7:45 am.        Ambientación.
8:00 am.        Sexta Conferencia: La pedagogía de María en la catequesis (Hna. Delmy Larreynaga).
8:45 am.        Taller (líneas de acción, estrategias y prioridades).
9:45 am.        Receso y refrigerio.
10:00 am.      Ambientación.
10:15 am.      Síntesis final y evaluación del congreso.
11:00 am.      Eucaristía de clausura y acto de envío (Mons. Elías Rauda).
12:15 m.        Almuerzo.