sábado, 1 de diciembre de 2012

DÍA DEL CATEQUISTA: 1 DICIEMBRE DE 2012

 El día del catequista es reconocer el trabajo que hacen los catequistas, 
también es una celebración en su honor y se les anima a perseverar en su trabajo.
Así presento la actividad el P. Juan Vicente Chopin, 
presidente de la Comisión Diocesana de Catequesis.
 La misa fue presidida por Mons. José Elías Rauda, obispo de la diócesis de San Vicente
 El sacerdote Pedro García, especialista en catequesis habló del nuevo rostro de la catequesis

 Los sacerdotes de la diócesis apoyando el proceso de la catequesis


 Las religiosas en primera línea en la organización del evento
Por supuesto los catequistas. Felicidades en su día.

martes, 10 de julio de 2012

LA CATEQUESIS EN LOS DOCUMENTOS DEL CELAM



(Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida)

Lo que sigue es un resumen de los documentos del CELAM, en particular de aquellas partes en las cuales se habla de la catequesis o de los catequistas. Los documentos resumidos son: Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.
En cada resumen se proponen dos partes, en el n. 1 se presentas las cuestiones generales que presenta el documento acerca de la catequesis y en el n. 2 se presentan las cuestiones específicas acerca de la catequesis.
El único documento que presenta solamente cuestiones generales, por tanto sólo el n. 1, es el documento de Santo Domingo, que no dedica, como los otros documentos, un apartado especial para la catequesis, por ello los contenidos al respecto están más dispersos.
Las partes del resumen que están escritas en letra cursiva son citas textuales de los documentos y para mayor facilidad se escriben los números en que cada documento habla sobre la catequesis, por tanto, el número que suele aparecer entre paréntesis no es el número de página.


      I.            RÍO DE JANEIRO (BRASIL, 1955)

1.      Cuestiones generales acerca de la catequesis
El documento, en vistas a promover las vocaciones al sacerdocio, habla inicialmente de practicar la catequesis de adultos (n. 2).
En cambio, en el n. 38b se anima a los superiores de congregaciones religiosas a que cuiden la formación de los miembros sus congregaciones para que puedan realizar bien la enseñanza de la catequesis.
Se hace un llamado a crear centros de catecismo en la zona rural, tanto para niños como para adultos, dando lecciones durante la semana, y sirviéndose también de la ayuda de la radio (n. 60). También se habla de llevar el catecismo, o como se decía en ese tiempo «la doctrina», a las zonas pobladas por indígenas (n. 86).
En el n. 73, hablando de la importancia de defender la propia fe, se exhorta a instruir debidamente a los catequistas laicos, formándoles en un profundo sentimiento de defensa y propagación de la fe católica entre sus hermanos.
En el n. 75 se pide que se incluya en los catecismos un capítulo especial sobre el espiritismo, y el mandamiento divino que prohibe las supersticiones, la magia y la invocación de los muertos y de los espíritus. Ello supone, también, que los catequistas reciban un curso especial sobre el espiritismo y las principales objeciones y acusaciones que los espiritistas acostumbran proponer contra la Iglesia y la doctrina cristiana, a fin de que sean ellos los más exactos en el cumplimiento de las disposiciones de la Iglesia en esta materia, y los más activos en difundir entre los demás fieles la verdadera doctrina para preservarles de lamentables caídas.

2.      Aspectos específicos acerca de la catequesis
En el título V, que trata de la ORGANIZACIÓN DE LA CURA DE ALMAS, concretamente en el n. 57, se trata acerca de la instrucción catequística, y se dirige a los obispos recomendándoles los siguientes aspectos:
a)      la creación de la Oficina Catequística Diocesana, que según las disposiciones de la Santa Sede debe ser organizada en cada Diócesis;
b)      la erección en cada parroquia de la Cofradía de la Doctrina Cristiana.
El literal b) actualmente ha de entenderse como la Comisión Parroquial de Catequesis.
Sobre la oportunidad de recurrir a todos los medios aptos aconsejados por la experiencia, para mejor organizar y hacer efectiva la labor catequística en las Diócesis y Parroquias sugiriendo en particular:
a) la edición y distribución de catecismos, a poder ser de texto único y que tenga en cuenta las exigencias del método cíclico-intuitivo, conforme a las aportaciones de la moderna pedagogía catequística;
Lo dicho en el literal a) se resume actualmente en la aplicación de las modernas técnicas de pedagogía.
b) la organización de Almacenes Catequísticos que se encarguen de suministrar a las parroquias todo el material adecuado para la enseñanza y propaganda del Catecismo;
Lo dicho en el literal b) ha de entenderse actualmente como un centro diocesano de documentación catequística, en donde se estén produciendo y reproduciendo continuamente materiales para la catequesis.
c) la institución del «Día Catequístico» o fiesta de la Doctrina Cristiana, que debe celebrarse con la máxima solemnidad y esplendor, para enseñar al pueblo —padres de familia, educadores, etc.— sus obligaciones en esta materia, para lograr ayudar a las obras de catequesis, para hacer propaganda del material catequístico, etc.
Lo expresado en el literal c) es muy importante, y actualmente lo denominamos el DÍA DEL CATEQUISTA ó DE LA CATEQUESIS. Una festividad que se realiza junto con el obispo y todos los catequistas de la diócesis.
d) la constitución de Escuelas Catequísticas donde ponga especialísimo interés en la formación de los que, sólidamente preparados y conscientes de su importantísima misión han de enseñar luego el Catecismo al pueblo; y donde esto no sea posible, la organización de cursos para preparar catequistas que, además de los sacerdotes y religiosos, puedan ayudar al párroco en la enseñanza del Catecismo;
Lo dicho en el literal d) es un aspecto de gran importancia. A la Comisión Diocesana de Catequesis se le pide que organice lo que llamaremos la Escuela Diocesana de Catequesis para responder a esa demanda del documento.
e) la fundación en todos los Seminarios Mayores, según las disposiciones del Código de Derecho Canónico, de cátedras de Pedagogía Catequística, dándoles la importancia relevante que tienen, y procurando que los estudios sean verdaderamente fructuosos.
Este aspecto creemos que ya se está implementando en los seminarios, es decir, una materia denominada Catequética para formar a los futuros sacerdotes al respecto de la catequesis.
Sobre la obligación de cuidar que en las escuelas y colegios católicos se dé la debida importancia a las clases de religión, y de aprovechar también todas las posibilidades para organizar la enseñanza religiosa aún en las escuelas y colegios que no dependan de la Autoridad Eclesiástica.
También este aspecto se cuida mucho actualmente, pues muchas escuelas, sobre todo parroquiales o de congregaciones religiosas promocionan la formación catequética de sus estudiantes.


   II.            MEDELLÍN (COLOMBIA 1968)
1.      Cuestiones generales acerca de la catequesis
En el Mensaje a los Pueblos de América Latina, en el apartado referido a los compromisos de la Iglesia Latinoamericana, se establece, como uno de los compromisos de esta Conferencia alentar una nueva evangelización y catequesis intensivas que lleguen a  las élites y a las masas para lograr una fe lúcida y comprometida.
Hablando de la consecución de la paz, el documento pide que la catequesis tenga en cuenta la dimensión social y comunitaria del cristianismo, formando hombres comprometidos en la construcción de un mundo de paz (PROMOCIÓN HUMANA, Paz, n. 24).
En lo que toca la pastoral de masas o popular, en el apartado EVANGELIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA FE el documento hace la recomendación pastoral de utilizar los medios de comunicación social y por medio de ellos hacer una catequesis adecuada (Pastoral Popular, n. 15).

2.      Aspectos específicos acerca de la catequesis
En el documento de Medellín los aspectos específicos acerca de la catequesis se encuentran en la parte denominada EVANGELIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA FE, apartado n. 8: Catequesis y los puntos principales son:

2.1. Necesidad de una renovación
n. 1: El Movimiento Catequístico siente la necesidad de una profunda renovación: llevar adelante su misión fundamental: educar eficazmente la fe de los jóvenes y de los adultos, en todos los ambientes.
n. 2: La religiosidad popular es un elemento válido en América Latina. La religiosidad popular puede ser ocasión o punto de partida para un anuncio de la fe. Sin embargo se impone una revisión y un estudio científico de la misma, para purificarla de elementos que la hagan inauténtica no destruyendo, sino, por el contrario, valorizando sus elementos positivos.
n. 3: Como consecuencia, los responsables de la catequesis se encuentran ante una serie de tareas complejas y difíciles de conjugar:
a)      Promover la evolución de formas tradicionales de fe, propias de una gran parte del pueblo cristiano, y también suscitar formas nuevas;
b)      Evangelizar y catequizar masas innumerables de gentes sencillas, frecuentemente analfabetas; y, al mismo tiempo, responder a las necesidades de los estudiantes y de los intelectuales que son las porciones más vivas y dinámicas de la sociedad;
c)      Purificar, formas tradicionales de presencia; y, al mismo tiempo, descubrir una nueva manera de estar presente en las formas contemporáneas de expresión y comunicación en una sociedad que se seculariza;
d)     Asegurar, por fin, el conjunto de estas tareas utilizando todos los recursos actuales de la Iglesia; y, al mismo tiempo, renunciar a formas de influencia y actitudes de vida que no sean evangélicas.

2.2. Características de la renovación de la catequesis
n. 4: Al presentar su Mensaje renovado, la catequesis debe manifestar la unidad del plan de Dios.
Sin caer en confusiones o en identificaciones simplistas, se debe manifestar siempre la unidad profunda que existe entre el proyecto salvífico de Dios, realizado en Cristo, y las aspiraciones del hombre; entre la historia de la salvación y la historia humana; entre la Iglesia, Pueblo de Dios, y las comunidades temporales; entre la acción reveladora de Dios y la experiencia del hombre; entre los dones y carismas sobrenaturales y los valores humanos.
Excluyendo así toda dicotomía o dualismo en el cristiano, la catequesis prepara la realización progresiva del Pueblo de Dios hacia su cumplimiento escatológico, que tiene ahora su expresión en la liturgia.

n. 5: Por otra parte, la catequesis debe conservar siempre su carácter dinámico evolutivo.
La toma de conciencia del mensaje cristiano se hace profundizando cada vez más en la comprensión auténtica de la verdad revelada. Pero esa toma progresiva de conciencia crece al ritmo de la emergencia de las experiencias humanas, individuales y colectivas. Por eso, la fidelidad de la Iglesia a la revelación tiene que ser y es dinámica.
La catequesis no puede, pues, ignorar en su renovación los cambios económicos, demográficos, sociales y culturales sufridos en América Latina.

2.3. Prioridades en la renovación catequística
n. 6: De acuerdo con esta teología de la revelación, la catequesis actual debe asumir totalmente las angustias y esperanzas del hombre de hoy, a fin de ofrecerle las posibilidades de una liberación plena, las riquezas de una salvación integral en Cristo, el Señor. Por ello debe ser fiel a la transmisión del Mensaje bíblico, no solamente en su contenido intelectual, sino también en su realidad vital encarnada en los hechos de la vida del hombre de hoy.
Las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable del contenido de la catequesis; deben ser interpretadas seriamente, dentro de su contexto actual, a la luz de las experiencias vivenciales del Pueblo de Israel, de Cristo, y de la comunidad eclesial, en la cual el Espíritu de Cristo resucitado vive y opera continuamente.
n. 7: América Latina vive hoy un momento histórico que la catequesis no puede desconocer: el proceso de cambio social, exigido por la actual situación de necesidad e injusticia en que se hallan marginados grandes sectores de la sociedad. Es tarea de la catequesis ayudar a la evolución integral del hombre, dándole su auténtico sentido cristiano, promoviendo su motivación en los catequizados y orientándola para que sea fiel al Evangelio.
n. 8: Exigencias del pluralismo. Las situaciones en que se desenvuelve la catequesis son muy diversas: desde las de tipo patriarcal, en que las formas tradicionales son todavía aceptadas, hasta las más avanzadas formas de la civilización urbana contemporánea. Conviene, por ende, destacar la riqueza que debe existir en la diversidad de puntos de vista y de formas que se dan en la catequesis. Tanto más cuanto que ésta debe adaptarse a la diversidad de lenguas y de mentalidades y a la variedad de situaciones y culturas humanas.
Es imposible, en vista de esto, querer imponer moldes fijos y universales. Con un sincero intercambio de colaboración, debemos guardar la unidad de la fe en la diversidad de formas.
n. 9: A pesar de este pluralismo de situaciones, nuestra catequesis tiene un punto común en todos los medios de vida: tiene que ser eminentemente evangelizadora, sin presuponer una realidad de fe, sino después de oportunas constataciones.
Se hace necesaria una "evangelización de los bautizados", como una etapa en la educación de su fe. Y esta necesidad es más urgente, teniendo en cuenta la desintegración que en muchas zonas ha sufrido la familia, la ignorancia religiosa de los adultos y la escasez de comunidades cristianas de base.
Dicha evangelización de los bautizados tiene un objetivo concreto: llevarlos a un compromiso personal con Cristo y a una entrega consciente en la obediencia de la fe. De ahí la importancia de una revisión de la pastoral de la confirmación, así como de nuevas formas de un catecumenado en la catequesis de adultos, insistiendo en la preparación para los sacramentos. También debemos revisar todo aquello que en nuestra vida o en nuestras instituciones pueda ser obstáculo para la "re-evangelización" de los adultos, purificando así el rostro de la Iglesia ante el mundo.
n. 10: Para los cristianos tiene una importancia particular la forma comunitaria de vida, como testimonio de amor y de unidad.
No puede, por tanto, la catequesis limitarse a las dimensiones individuales de la vida.
La catequesis comunitaria debe tener en cuenta la familia, como primer ambiente natural donde se desarrolla el cristiano. Ella debe ser el objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y sea capaz de cumplir su misión. Y al mismo tiempo la familia, "iglesia doméstica", se convierte en agente eficaz de la renovación catequística.
n. 11: Se debe hacer resaltar el aspecto totalmente positivo de la enseñanza catequística con su contenido de amor. Así se fomentará un sano ecumenismo, evitando toda polémica y se creará un ambiente propicio a la justicia y la paz.
n. 12: Los medios de comunicación social. Este fenómeno constituye un hecho histórico irreversible y conduce en breve plazo a una cultura universal: "la cultura de la imagen". éste es un signo de los tiempos que la Iglesia no puede ignorar.
Es, pues, urgente una seria investigación sobre el efecto de los medios de comunicación social y una búsqueda de la forma más adecuada de dar una respuesta, utilizándolos en la tarea evangelizadora, como también una seria evaluación de las realizaciones actuales.

2.4. Medios para la renovación catequística
n. 13: Se impone un mínimo de organización: nacional y diocesano.
n. 14: Personal adecuado, para formar la comunidad cristiana:
a)      Preparación de dirigentes y orientadores catequistas con dedicación exclusiva;
b)      Formación de catequistas con un conocimiento básico y una visión amplia de las condiciones psico-sociológicas del medio humano en el que han de trabajar, así como de las religiones primitivas, en alguno lugares, y de los recursos de evangelización que han sido empleados;
c)      La promoción de catequistas laicos, preferentemente originarios de cada lugar, y la formación en el ministerio de la Palabra, de los diáconos.
n. 15: El lenguaje. Se impone un trabajo permanente para que se haga perceptible cómo el Mensaje de Salvación, contenido en la Escritura, la liturgia, el Magisterio y el testimonio, es hoy palabra de vida. No basta, pues, repetir o explicar el Mensaje. Sino que hay que expresar incesantemente, de nuevas maneras, el "Evangelio" en relación con las formas de existencia del hombre, teniendo en cuenta los ambientes humanos, éticos y culturales y guardando siempre la fidelidad a la Palabra revelada.
n. 16: Trabajo de reflexión, orientación y evaluación en los diferentes aspectos de la catequesis. Han de multiplicarse por todas partes los Institutos Catequísticos, los equipos de trabajo, en que pastores, catequistas, teólogos, especialistas en ciencias humanas, entren en diálogo y trabajen conjuntamente a partir de la experiencia, a fin de proponer formas nuevas de palabra y acción, de elaborar el material pedagógico correspondiente y verificar y evaluar, en cada caso, su validez. Es necesario que estos equipos sean dotados de medios de trabajo adecuados y de la indispensable libertad de acción.

       2.5. Conclusiones (Resumen)

a)      Renovar la catequesis, promoviendo la evolución de las formas tradicionales de la fe, insistiendo en la catequesis permanente de los adultos (nn. 1, 2, 3).
b)      Evitar toda dicotomía o dualismos entre lo natural y sobrenatural (n. 4).
c)      Guardar fidelidad al Mensaje revelado, encarnado en los hechos actuales (N. 6).
d)     Orientar y promover a través de la catequesis la evolución integral del hombre y los cambios sociales (n. 7).
e)      Respetar en la unidad el pluralismo de situaciones (n. 8).
f)       Promover la evangelización de los bautizados; en la confirmación para adolescentes y jóvenes; en un nuevo catecumenado, para los adultos (n. 9).
g)      Dar todo su valor catequístico a la familia y a los cursos pre -matrimoniales (n. 10).
h)      Emplear los medios de comunicación social (n. 12).
i)        Fomentar la organización de la catequesis a nivel nacional y diocesano (n. 13).
j)        Formar catequistas laicos, preferentemente autóctonos (n. 14).
k)      "Adaptar el lenguaje eclesial al hombre de hoy, salvando la integridad del Mensaje" (n. 15).
l)        Impulsar trabajos de reflexión y experimentación e Institutos y equipos de trabajo, con la suficiente amplitud y libertad (n. 16).


III.            PUEBLA (MÉXICO, 1979)

1.      Cuestiones generales acerca de la catequesis
La catequesis en este documento bien puede encuadrarse en los tres soportes que el papa Juan Pablo II sugiere en una de sus homilías pronunciadas en Puebla, concretamente el 28 de enero de 1979; él habla de que las familias cristianas deberían tener siempre tres dimensiones: ser educadores en la fe, formadores de personas y promotoras de desarrollo (Homilía Pronunciada en el Seminario Palafoxiano de Puebla, n. 2).
En el capítulo I: VISIÓN HISTÓRICA DE LA REALIDAD LATINOAMERICANA, en el apartado acerca de los grandes momentos de la evangelización en América Latina, se resalta la importante labor realizada por el movimiento catequético, en el sentido de la elaboración de catecismos en diversas lenguas indígenas (n. 9).
En el capítulo III: VISIÓN DE LA REALIDAD ECLESIAL HOY EN AMÉRICA LATINA, apartado Ante sí misma, el documento, habla de los catequistas como uno de los frutos producidos por las comunidades eclesiales de base (n. 97). En el mismo capítulo se pone de manifiesto el avance en materia de cursos catequéticos pre-sacramentales (n. 101).
Cuando el documento habla del Misterio de Evangelizar, afirma que el anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo suscita la fe, la predicación y la catequesis progresiva, que a su vez la alimenta y la educa (n. 357).
Para lograr la constitución de una comunidad eclesial más viva es necesario alimentarla con una catequesis adecuada y con una liturgia renovada (n. 364).
Ante la pregunta ¿Cómo debe la Iglesia vivir su misión? el documento expresa que los bautizados actúan bajo el influjo del Espíritu Santo, cuya acción se expresa en la oración y al escuchar la Palabra de Dios; se profundiza en la catequesis, se celebra en la liturgia, se testimonia en la vida, se comunica en la educación y se comparte en el diálogo (n. 566).
En la familia, los padres son catequistas para sus hijos (n. 586).
Una de las formas de renovación de la parroquia es la constante actualización de la catequesis (n. 631).
Un número muy interesante afirma que el obispo es el primer catequista de la diócesis (n. 687).
Los laicos, con su apoyo a la catequesis, además de la vida sacramental, contribuyen a construir la Iglesia como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna (n. 788).
En el n. 867 la catequesis es considerada entre los lugares privilegiados de la Pastoral Vocacional.
2.      Aspectos específicos acerca de la catequesis
Los aportes específicos de este documento acerca de la catequesis se ubican en la Tercera Parte: LA EVANGELIZACIÓN EN LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA. COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN; capítulo III: Medios para la comunión y participación; subtítulo n. 3: Catequesis.
El n. 977 proporciona una definición de catequesis: La catequesis «consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe», y se afirma que ella debe ser una acción prioritaria en América Latina.
En un primer momento presenta la Situación en que se encuentra la catequesis actualmente y apoyándose en Medellín, considera los aspectos positivos y negativos de la misma:

Aspectos Positivos:
n. 978: El florecimiento de la acción catequística a través de nuevas y ricas experiencias en los diferentes países, como por ejemplo:
a)      Un esfuerzo sincero para integrar vida y fe, historia humana e historia de la salvación, situación humana y doctrina revelada, a fin de que el hombre consiga su verdadera liberación (n. 979).
b)      Una pedagogía catequística positiva que parte de la persona de Cristo para llegar a sus preceptos y consejos (n. 980).
c)      Un amor más acendrado a la Sagrada Escritura como fuente principal de la catequesis (n. 981).
d)     Una educación sobre el sentido crítico constructivo de la persona y de la comunidad en una visión cristiana (n. 982).
e)      Un redescubrimiento de su dimensión comunitaria de tal modo que la comunidad eclesial se está haciendo responsable de la catequesis en todos sus niveles: la familia, la parroquia, las Comunidades Eclesiales de Base, la comunidad escolar y en la organización diocesana y nacional (n. 983).
f)       Una cada vez mayor toma de conciencia de que la catequesis es un proceso dinámico, gradual y permanente de educación en la fe (n. 984).
g)      Un aumento de Institutos para la formación de catequistas en muchas partes y en todos los niveles: diocesanos, nacionales e internacionales (n. 985).
h)      Una proliferación de textos de catecismo. Este hecho a veces es positivo y a veces es negativo, en cuanto que son parciales o no renovados (n. 986).


Aspectos Negativos:
a)      La catequesis no logra llegar a todos los cristianos en medida suficiente ni a todos los sectores y situaciones, por ejemplo: amplios ámbitos de la juventud, de las élites intelectuales, de los campesinos y del mundo obrero, de las fuerzas armadas, de los ancianos y de los enfermos, etc. (n. 987).
b)      Se cae a menudo en dualismos y falsas oposiciones como entre catequesis sacramental y catequesis vivencial; catequesis de la situación y catequesis doctrinal. Por no ubicarse en un justo equilibrio, algunos han caído en el formulismo y otros en lo vivencial sin presentación de la doctrina; hay quienes han pasado del memorismo a la ausencia total de memoria (n. 988).
c)      Hay catequesis que descuidan la iniciación a la oración y a la liturgia (n. 989).
d)     No se respetan, a veces, las competencias que corresponden a los teólogos y a los catequistas en sintonía con el Magisterio; por lo cual, se han difundido entre los catequistas conceptos que pertenecen a hipótesis teológicas o de estudio (n. 990).
e)      Se comprueba cierta desorientación de las actitudes catequísticas en el campo ecuménico (n. 991).

Este documento también presenta unos Criterios teológicos:

a) Comunión y participación
n. 992: La obra evangelizadora que se realiza en la catequesis exige la comunión de todos: pide ausencia de divisiones y que las personas se encuentren en una fe adulta y en un amor evangélico. Una de las metas de la catequesis es precisamente la construcción de la comunidad.
n. 993: Se exige la colaboración de todos los miembros de la comunidad eclesial, cada uno según su ministerio y carisma. Sin eludir responsabilidades apostólicas y misioneras para que en la catequesis la Iglesia edifique a la Iglesia. La Iglesia es constantemente evangelizada y evangelizadora.

b) La fidelidad a Dios
n. 994: La fidelidad a Dios se expresa en la catequesis como fidelidad a la Palabra dada en Jesucristo. El catequista no se predica a sí mismo sino a Jesucristo, siendo fiel a su Palabra y a la integridad de su Mensaje.

c) Fidelidad a la Iglesia
n. 995: Todo el que catequiza sabe que la fidelidad a Jesucristo va unida indisolublemente a la fidelidad a la Iglesia; que con su labor edifica continuamente la comunidad y transmite la imagen de la Iglesia; que debe hacerlo en unión con los Obispos y con la misión de ellos recibida.

d) Fidelidad al hombre latinoamericano
n. 996: La fidelidad al hombre latinoamericano exige de la catequesis que penetre, asuma y purifique los valores de su cultura. Por lo tanto, que se empeñe en el uso y adaptación del lenguaje catequístico.
n. 997: En consecuencia, la catequesis debe iluminar con la Palabra de Dios las situaciones humanas y los acontecimientos de la vida para hacer descubrir en ellos la presencia o la ausencia de Dios.

e) Conversión y crecimiento
n. 998: La catequesis debe llevar a un proceso de conversión y crecimiento permanente y progresivo en la fe.

f) Catequesis integradora
n. 999: «En toda catequesis integral hay que unir siempre de modo inseparable:
·         El conocimiento de la Palabra de Dios;
·         la celebración de la fe en los sacramentos;
·         la confesión de la fe en la vida cotidiana».

Por último se exponen los Proyectos pastorales:
La catequesis, para cumplir su misión evangelizadora en América Latina, deberá tener presente lo siguiente:
a)      Formar hombres comprometidos personalmente con Cristo, capaces de participación y comunión en el seno de la Iglesia y entregados al servicio salvífico del mundo (n. 1000).
b)      Tomar como fuente principal la Sagrada Escritura, leída en el contexto de la vida, a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, transmitiendo, además, el Símbolo de la fe; por lo tanto, dará importancia al apostolado bíblico, difundiendo la Palabra de Dios, formando grupos bíblicos, etc. (n. 1001).
c)      Dar prioridad pastoral a la adecuada formación de los catequistas, en diferentes institutos, cuidando de su especialización en función de las diversas situaciones, edades y áreas que cubran los catequizandos, v.gr. niños, jóvenes, campesinos, obreros, fuerzas armadas, élites, enfermos, deficientes, presidiarios, etc. (n. 1002).
d)     Adaptar en los Institutos de formación de los sacerdotes y de los religiosos y religiosas la «Ratio Studiorum» como algo urgente para que se intensifique la enseñanza de la adecuada transmisión contemporánea del Mensaje evangélico (n. 1003).

Los catequistas procurarán:
a)      La integridad del anuncio de la Palabra para superar el dualismo, las falsas oposiciones y la unilateralidad; n. 1004:
b)      Iniciar a los catequizandos en la oración y en la Liturgia; en el testimonio y en el compromiso apostólico; n. 1005: 
c)      Impartir una catequesis vocacionalmente orientadora, explicando también la vocación laical, con un compromiso adaptado a las diferentes edades, desde la niñez hasta la edad adulta; n. 1006: 
d)     Como educadores de la fe de las personas y de las comunidades, empeñarse en una metodología en forma de proceso permanente por etapas progresivas, que incluya la conversión, la fe en Cristo, la vida en comunidad, la vida sacramental y el compromiso apostólico. n. 1007: 
e)      Impartir una educación integral de la fe que incluya los siguientes aspectos: n. 1008: 
1.       La capacidad del cristiano para dar razón de su esperanza;
2.      La capacidad de dialogar ecuménicamente con los demás cristianos;
3.      Una buena formación para la vida moral asumida como seguimiento de Cristo, acentuando la vivencia de las Bienaventuranzas;
4.      La formación gradual para una positiva ética sexual cristiana;
5.      La formación para la vida política y para la doctrina social de la Iglesia.

La metodología
Los catequistas tendrán en cuenta la importancia de la memoria según lo expresa el Papa Pablo VI: «memorizar las más importantes sentencias bíblicas especialmente las del N.T. y los textos litúrgicos que se utilizan para la oración en común y para hacer más fácil la confesión de la fe», y darán importancia a las técnicas audiovisuales: dibujo, fotopalabra, «mini media», dramatización, canto, etc. (n. 1009).
La acción catequística
Se dirigirá en forma simultánea a los grupos y a las multitudes. Para éstas últimas, resultan de mucha eficacia las misiones populares, convenientemente renovadas en una línea evangelizadora (n. 1010).
Se favorecerá la catequesis permanente, desde la niñez hasta la ancianidad, por la mutua integración entre sí de las comunidades o instituciones que catequizan, a saber: la familia, la escuela, la parroquia, los movimientos y las diversas comunidades o grupos (n. 1011).


IV.            SANTO DOMINGO (REPÚBLICA DOMINICANA, 1992)

1. Cuestiones generales acerca de la catequesis
En el Discurso Inaugural, titulado Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana, el papa Juan Pablo II, en el punto dos: Nueva Evangelización, habla claramente de que todos los evangelizadores han de prestar una atención especial a la catequesis, recordando la importancia de la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae y la entonces reciente aprobación del Catecismo de la Iglesia Católica (Discurso inaugural, n. 9).
En el MENSAJE DE LA IV CONFERENCIA A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, se establece como una de las líneas pastorales prioritarias de esta asamblea una catequesis renovada, que junto con una liturgia viva, son los medios para acercar y santificar más a todos los cristianos y, en particular, a los que están lejos y son indiferentes (Mensaje a los Pueblos, n. 30).
Cuando en el documento se hace la lectura histórica de los 500 años de la primera evangelización, se menciona a la catequesis como unos de los instrumentos privilegiados que fueron utilizados en su momento para evangelizar (n. 19).
En  la segunda parte del documento, JESUCRISTO, EVANGELIZADOR VIVIENTE EN SU IGLESIA, en el primer capítulo, referido a la NUEVA EVANGELIZACIÓN, se dice que la evangelización debe ser nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión (nn. 28, 29 y 30); en ese contexto, cuando se habla de la Iglesia como comunidad convocada a la santidad por la Palabra, se sitúa a la catequesis al lado del primer anuncio (kerygma) y se enmarca en lo que el documento llama el ministerio profético de la Iglesia. De modo que la catequesis es presentada del modo siguiente:
Este ministerio profético de la Iglesia comprende también la catequesis que, actualizando incesantemente la revelación amorosa de Dios manifestada en Jesucristo, lleva la fe inicial a su madurez y educa al verdadero discípulo de Jesucristo (cf. CT 19). Ella debe nutrirse de la Palabra de Dios leída e interpretada en la Iglesia y celebrada en la comunidad para que al escudriñar el misterio de Cristo ayude a presentarlo como Buena Nueva en las situaciones históricas de nuestros pueblos (n. 33).
En ese mismo contexto se identifican algunos desafíos pastoral, entre ellos, uno referido a la catequesis:
Todo esto nos obliga a insistir en la importancia del primer anuncio (kerygma) y en la catequesis. Damos gracias a Dios por los esfuerzos de tantos y tantas catequistas que cumplen su servicio eclesial con sacrificio, sellado a veces con sus vidas. Pero debemos reconocer como pastores que aún queda mucho por hacer. Existe todavía mucha ignorancia religiosa, la catequesis no llega a todos y muchas veces llega en forma superficial, incompleta en cuanto a sus contenidos, o puramente intelectual, sin fuerza para transformar la vida de las personas y de sus ambientes (n. 41; véase también el n. 221).
Entre las líneas pastorales propuestas por el documento, los catequistas tienen un puesto destacado, en cuanto elemento básico para lograr una renovada espiritualidad cristiana:
La Nueva Evangelización exige una renovada espiritualidad que, iluminada por la fe que se proclama, anime, con la sabiduría de Dios, la auténtica promoción humana y sea el fermento de una cultura cristiana. Pensamos que es preciso continuar y acentuar la formación doctrinal y espiritual de los fieles cristianos, y en primer lugar del clero, religiosos y religiosas, catequistas y agentes pastorales, destacando claramente la primacía de la gracia de Dios que salva por Jesucristo en la Iglesia, por medio de la caridad vivida y a través de la eficacia de los sacramentos (n. 45).
En cambio el n. 49, siempre en las líneas pastorales, habla de una catequesis kerygmática y misionera, haciendo un resumen de una serie de elementos a tener en cuenta a la hora de poner en práctica la catequesis:
La Nueva Evangelización debe acentuar una catequesis kerygmática y misionera. Se requieren, para la vitalidad de la comunidad eclesial, más catequistas y agentes pastorales, dotados de un sólido conocimiento de la Biblia que los capacite para leerla, a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, y para iluminar desde la Palabra de Dios su propia realidad personal, comunitaria y social. Ellos serán instrumentos especialmente eficaces de la inculturación del Evangelio. Nuestra catequesis ha de tener un itinerario continuado que abarque desde la infancia hasta la edad adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación. Los catecismos son subsidios muy importantes para la catequesis; son a la vez camino y fruto de un proceso de inculturación de la fe. El «Catecismo de la Iglesia Católica», ya anunciado por el Papa Juan Pablo II, orientará la elaboración de nuestros futuros catecismos.

El n. 50 reafirma la función profética de la catequesis, describiéndola como un signo de la «valentía» de los catequistas, palabra que en griego se escribe parresía (cfr. Hch 4,13; 1Ts 2,2); esa valentía está vinculada al conocimiento y práctica de la Doctrina Social de la Iglesia:
La función profética de la Iglesia que anuncia a Jesucristo debe mostrar siempre los signos de la verdadera «valentía» (parresía: cf. Hch 4,13; 1Tes 2,2) en total libertad frente a cualquier poder de este mundo. Parte necesaria de toda predicación y de toda catequesis debe ser la Doctrina Social de la Iglesia, que constituye la base y el estímulo de la auténtica opción preferencial por los pobres.

En las líneas pastorales, en orden a contrarrestar el desafío de las sectas protestantes, se exhorta a desarrollar una catequesis que instruya debidamente al pueblo, explicando el misterio de la Iglesia, sacramento de salvación y comunión, la mediación de la Virgen María y de los santos y la misión de la jerarquía (n. 142).
En lo que respecta los desafíos que se presentan a la pastoral familiar,  se dice que hay que fortalecer la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la familia: enriquecerla desde la catequesis familiar, la oración en el hogar, la Eucaristía, la participación en el sacramento de la Reconciliación, el conocimiento de la Palabra de Dios, para ser fermento en la Iglesia y en la sociedad (n. 225).
Uno de los temas más actuales es la pastoral urbana; también en ese ámbito se pide la participación de una catequesis inculturada:
Realizar una pastoral urbanamente inculturada en relación a la catequesis, a la liturgia y a la organización de la Iglesia. La Iglesia deberá inculturar el Evangelio en la ciudad y en el hombre urbano. Discernir sus valores y antivalores; captar su lenguaje y sus símbolos. El proceso de inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la re-expresión de la fe (n. 256).
Ya en el compromiso final que hace el documento se plantea empeñarse en la nueva evangelización mediante la educación continua de la fe y su celebración: la CATEQUESIS y la LITURGIA (n. 302).


   V.            DOCUMENTO DE APARECIDA (BRASIL, 2007)

1.      Cuestiones generales acerca de la catequesis
La catequesis se inscribe en el propósito central de la V Conferencia del CELAM, es decir:
La gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo (n. 10).
Nuestra tarea, como miembros de la Comisión de Catequesis, es ayudar a custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, en vistas a que todos los que forman parte del proceso de catequesis, lleguen a ser discípulos y misioneros de Jesucristo.
Dado que Jesús es el primer y más grande evangelizador enviado por Dios (n. 103), entonces el criterio metodológico básico responde a la dinámica de la evangelización que el documento presenta en fidelidad a Jesucristo:
Conocer  a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo (n. 29).
Entonces la estructura básica es conocer a Jesús, encontrarse con él y darlo a conocer. Ahora bien para lograr esto se necesitan algunas características básicas:
a)      El punto de partida de nuestra propuesta catequética es la persona y misión de Jesucristo: no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, una orientación decisiva (n. 12).
b)      El modo de interpretación de la realidad no está determinado solamente por los acontecimientos de la vida cotidiana: sufrimiento, problemas sociales, etc., sino ante todo el amor recibido del Padre gracias a Jesucristo por la unción del Espíritu Santo (n. 14).
c)      De tal manera que nuestra tarea fundamental es mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratuidad y alegría, el don del encuentro con Jesucristo (n. 14).
d)     A tal punto que los miembros de la Comisión Diocesana de Catequesis han de verse como los instrumentos del Espíritu de  Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias.
Se presentan a continuación una serie de aspectos que el documento relaciona con la catequesis:

a)      Los catequista y la Iglesia samaritana
El n. 26, hablando de una Iglesia samaritana, afirma que la evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana. En la construcción de esa Iglesia samaritana se agradece la labor que los catequistas han realizado (cfr. n. 135, n. 176).

b)      La catequesis y la animación bíblica de la pastoral
Hablando de la situación de nuestra Iglesia en esta hora histórica de desafíos, el documento haciendo alusión a la animación bíblica de la pastoral sostiene que gracias a una mejor formación de generosos catequistas, la renovación de la Catequesis ha producido fecundos resultados en todo el Continente (n. 99). De modo que la fundamentación bíblica de la catequesis estaría posibilitando la animación bíblica de la pastoral.

c)      La catequesis familiar
En los nn. 302-303, el documento habla de los padres de familia como los primeros catequistas de sus hijos. Por tanto, la parroquia debe ofrecer espacios formativos y materiales catequéticos para poder realizar una fructuosa catequesis familiar. (Cfr. también el n. 463a).

d)     La catequesis y los jóvenes
Haciendo un balance de la situación de la Iglesia en el momento actual de la historia, lo que dice el documento es que el lenguaje que se utiliza muchas veces no es adecuado para ser comprendido por los jóvenes: En la catequesis persisten también lenguajes poco significativos para la cultura actual, y en particular, para los jóvenes (n. 100d). En otro número se exhorta a implementar una catequesis atractiva para los jóvenes que los introduzca en el conocimiento del misterio de Cristo, y se buscará mostrarles la belleza de la Eucaristía dominical, que los lleve a descubrir en ella a Cristo vivo y el misterio fascinante de la Iglesia (n. 446d).

e)      La catequesis, la cuestión social y la caridad
Según el n. 385 es tarea de la Iglesia, apoyada en la catequesis, la denuncia, y el testimonio de amor y de justicia, para que e despierten en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias y se desarrollen los valores sociales.
En otro número, citando las palabras del Papa Benedicto XVI, se habla incluso de llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en la virtudes sociales y políticas (n. 505).

f)       La catequesis y los medios de comunicación social
Uno de los aspectos más importantes de la comunicación de la fe es el uso adecuado de los medios de comunicación: En nuestro siglo tan influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe, no pueden prescindir de esos medios (n. 485).

g)      La catequesis y el arte
El documento incluso pide que se utilice el arte para fortalecer los procesos catequéticos: crear oportunidades para la utilización del arte en la catequesis de niños, adolescentes y adultos (n. 499).


2.      Aspectos específicos acerca de la catequesis
La cuestión de la catequesis en el documento de Aparecida está situada en la segunda parte del documento LA VIDA DE JESUCRISTO EN LOS DISCÍPULOS, concretamente en el apartado n. 6 (El Itinerario Formativo de los Discípulos Misioneros); el subtítulo 6.3 se titula Iniciación a la vida cristiana y catequesis permanente, expuesto en tres literales: (6.3.1.) Iniciación a la vida cristiana; (6.3.2.) Propuestas para la iniciación cristiana; (6.3.2.) Catequesis permanente.
El marco general que propone el documento acerca de los procesos de formación en la fe es el siguiente:
a)      En primer lugar, se requiere una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia (n. 276). Por tanto, esto vale en modo preponderante para quienes se encargan de facilitar esa formación: los catequistas.
b)      En segundo lugar, que el itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz (n. 277).
c)      En tercer lugar, la formación supone cinco pasos fundamentales: 1. El encuentro con Jesucristo. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad; 2. La conversión; 3. El discipulado; 4. La comunión; 5. La misión (n. 278).

En cambio, con respecto a los criterios generales para la formación propone los siguientes:
a)      Una formación integral, kerygmática y permanente (n. 279).
b)      Una formación atenta a dimensiones diversas (n. 280):
a.1. La dimensión humana y comunitaria;
a.2. La dimensión espiritual;
a.3. La dimensión intelectual;
a.4. La dimensión pastoral y misionera.
c)      Una dimensión respetuosa de los procesos (n. 281).
d)     Una formación que completa el acompañamiento de los discípulos (nn. 282-283).
e)      Una formación en la espiritualidad de la acción misionera (nn. 284-285).


Iniciación en la fe y catequesis permanente
Cuando el documento entra a explicar lo específico de la catequesis, distingue entre proceso de iniciación en la fe y catequesis permanente. En primer lugar, afirma que tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable (n. 286).
Esa constatación se nos presenta en forma de desafío, poniendo en cuestión la manera como estamos educando en la fe. Se trata de un desafío que debemos afrontar con decisión, con valentía y creatividad, dado que en muchas partes, la iniciación cristiana ha sido pobre o fragmentada. No cumplir bien esta tarea es atentar contra la misión misma. De modo que se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de iniciación cristiana que, además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el dónde se realiza (n. 287).
La iniciación cristiana se refiere a la primera iniciación en los misterios de la fe, sea en forma de catecumenado bautismal para los no bautizados, sea en la forma de catecumenado post-bautismal para los bautizados no suficientemente catequizados. Los sacramentos que están vinculados a la iniciación cristiana en el sentido del catecumenado son: el bautismo, la confirmación y la eucaristía (n. 288).

La iniciación cristiana
 Los pasos propuestos para dar vida a la iniciación cristiana son (n. 289):
a)      iniciar con el kerygma, guiado por la Palabra de Dios;
b)      que conduzca a un encuentro personal con Jesucristo;
c)      que lleve a la conversión;
d)     al seguimiento en una comunidad eclesial;
e)      y a una maduración de la fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión.
Un elemento importante que señala el documento, aunque se exprese con una palabra poco usada en el lenguaje normal es la catequesis mistagógica, que se entiende justamente como la iniciación en los misterios de la fe cristiana. Mistagógico es lo relativo al misterio (n. 290).
Dado que ser discípulo es un don destinado a crecer. De modo que la iniciación cristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo. Por tanto, es necesario asumir la dinámica catequética de la iniciación cristiana. Una comunidad que asume la iniciación cristiana renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas actitudes pastorales de parte de obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y agentes de pastoral (n. 291).
El n. 292 destaca una serie de características que quiere fomentar en el discípulo la iniciación cristiana:
a)      que tenga como centro la persona de Jesucristo;
b)      que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la Eucaristía;
c)      que se inserte en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso misionero

Ahora bien, cómo describe la función de la parroquia en este proceso de iniciación. La presenta como el lugar donde se asegura la iniciación cristiana y especifica las tareas que le competen (n. 293):
a)      iniciar en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados;
b)      educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana;
c)      iniciar a los no bautizados que, habiendo escuchado el kerygma, quieren abrazar la fe.
En este proceso se recomienda el estudio y asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos.
Para completar las indicaciones acerca del proceso de iniciación en la fe, el n. 294 distingue entre una catequesis básica y fundamental y una catequesis permanente.
a)      La catequesis básica es la que introduce en los misterios y permite acceder a los tres sacramentos mencionados: bautismo, eucaristía y confirmación.
b)      La catequesis permanente continúa el proceso de maduración en la fe, en la que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos personales de vida (cfr. n. 278c).

La catequesis permanente
En esta parte, el documento inicia reconociendo los logros obtenidos en la catequesis (n. 295).
En cambio, el n. 296 hace una lista de problemas con los que se encuentra el proceso catequético:
a)      Los materiales y subsidios son con frecuencia muy variados y no se integran en una pastoral de conjunto; y no siempre son portadores de métodos pedagógicos actualizados.
b)      La catequesis de las parroquias carecen con frecuencia de una colaboración cercana de las familias.
c)      Los párrocos y demás responsables no asumen con mayor empeño la función que les corresponde como primeros catequistas.

También se presentan una serie de criterios a tener en cuenta a la hora de organizar la catequesis (nn. 298-300):
a)  La catequesis no debe ser ocasional, es decir, reducida a los momentos previos a los sacramentos, sino un itinerario catequético permanente;
b)       La catequesis debe ser organizada en modo orgánico y progresivo;
c)      La catequesis no se refiere solamente a la infancia, sino a todas las etapas de la vida;
d)     Incumbe a toda la comunidad, pero en modo particular a los obispos;
e)      No puede limitarse a una formación meramente doctrinal, sino que ha de ser una escuela de formación integral;
f)       Una catequesis apropiada que acompañe la fe ya presente en la religiosidad popular: visitas a los hogares, oración en familia, lectura orante de la Palabra de Dios, etc.